Te creí

Qué estúpida. Qué ingenua.

Llegaste a mi vida como la solución a todos mis problemas, como la esperanza salvadora…, y al fin te convertiste en un problema más. No, qué digo uno más. En el peor de todos.

Me volviste dependiente, miserable. Un ser anodino, sin ganas de nada.

El solo pensar que un día podías faltarme, me hundía en la desesperación.

Sin embargo, mirá cómo son las cosas. Hoy puedo, hoy puedo sin vos.

Y dicho esto, cerrando la ceremonia de su liberación, ella arrojó una a una las siete pastillas que aún quedaban en el blíster y apretó el botón del inodoro.